Voca People

Cuando uno esta sentado en el Teatre Victoria, a punto de que empiece la función, escucha una frase que dice: «absolutamente todo sonido que van a escuchar hoy está cantado». Al cabo de un poco de empezar, ¡cuesta creer que esa frase sea verdad! Los Voca People son unas auténticas maquinas de generar melodías y ritmo a través de sus barítonos, tenores, mezzos y sopranos, y repasando desde guitarras, violines, voces …¡y hasta scratching! De hecho, los duelos de ‘beat-box’ de sus líderes son de lo mejor de la obra, sencillamente para alucinar.

Además, es inevitable parar de reír viéndolos. Su actuación es cercana y tierna, y a la vez está cargada de situaciones cómicas, con un sabor muy ‘clown’ y de una plástica visual exquisita (no os perdáis la imagen de la ‘evolución del ser humano’). Además, estos extraterrestres no dudan en bajar del escenario y ayudarse de los terrícolas para continuar produciendo música; es una obra muy participativa.

«La música es vida, y la vida es música». Este es el sencillisimo eslogan de estos artistas. Un lema que lejos de ser una obviedad, está cargado de sentido en el musical. Y es que la música, llena de ritmo y energía, es precisamente la especialidad de los Voca People. Sin duda, uno sale también lleno de vida, ritmo y alegría después de ver este musical treatralmente entrañable y musicalmente excelente.

Los simpáticos aliens del planeta Voca llegan a la Tierra para regalarnos con su música y sus sonidos y recargar la batería de su nave espacial para poder volver a su planeta, situado en algún punto lejano por última del Sol (!).

¿Recuerdan aquellos discos recopilación llamados Boom 2, 3, 4… 5 (El disco de los éxitos) que recogían algunas de las canciones más pinchadas en las radio-fórmulas y que  incluían también un medley donde se empastaban todos los temas con un beatbox que conseguía hacerlo sonar todo igual? Pues bien: esto es el espectáculo de los Voca People.

Unas voces prodigiosas, las de estos aliens, que interpretan un interminable popurrí a capella de melodías que repasan desde bandas sonoras del cine hasta momentos célebres de óperas y otras piezas clásicas, pasando por todos los éxitos del pop y del rock internacional de todos los tiempos, con temas de medio minuto de duración y algún doloroso sacrilegio.

El problema más grave es que se intenta coser todo con un hilo argumental un poco penoso que transforma el espectáculo en un tipo de show ‘Cruceros Grimaldi’. Personalmente, hubiera preferido oír el medley con los intérpretes sentados en una silla, y no tener que asistir a un espectáculo de circo infantil donde se pide el aplauso del público a cada gag (unas dos veces por minuto). El público, el día del estreno, no obstante, profundamente entregado a la causa.

Una propuesta que podría ser un excelente espectáculo para los más pequeños, recomendado, en este caso (puesto que la propuesta es en horario adulto), para públicos de corazón generoso, amantes de comparsas y fiestas patronales. No recomendado para espectadores que vayan al teatro con algún tipo de inquietud espiritual, intelectual o que practiquen una adoración especial por la música profana.