David Afkham nos adentra en el mundo de la danza con Strauss, Prokófiev y Ravel.
El Teatre ha pedido a David Afkham, titular de la Orquesta Nacional de España, que mientras esté inmerso en las funciones de Tannhäuser pueda ofrecer un programa sinfónico.
La sublimación de la danza es el sujeto principal de este concierto; el mundo del gesto y de las figuras en movimiento desde la óptica de tres grandes compositores.
Strauss estrena El caballero de la rosa en 1910, un título en el que regresa a un lenguaje más diatónico en relación con los títulos anteriores (Salomé, 1905, y Elektra, 1909). Con Le nozze di Figaro de Mozart en la cabeza y homenajeando a la Viena del siglo xviii, Strauss escribe una ópera luminosa y llena de gracilidad. Tras el éxito del estreno se hicieron todo tipo de arreglos, pero no será hasta 1944 que Strauss autorice la versión más popular (y anónima —aunque parece que se le adjudica a Artur Rodzinski—) de la suite con esta inflamada secuencia de danzas con los leitmotivs principales de cada personaje.
Prokófiev, a partir de la obra teatral de Shakespeare, escribió el ballet que se estrenaría en el Teatro Kirov en 1940. A partir de esta misma partitura creó tres suites orquestales con una música de gran inspiración melódica y variedad rítmica. Unas auténticas joyas que, por otro lado, también son las obras más apreciadas del compositor.
En medio de estos dos titanes encontramos el extraordinario poema coreográfico de Ravel: La Valse. Esta obra de 1920 y dedicada a Misia Sert, la esposa del pintor Josep Maria Sert, nace de un proyecto de crear un ballet en honor a Johann Strauss. La Primera Guerra Mundial terminó con una Europa, y ya solo quedaban las reminiscencias de aquel mundo decadente. Así, la partitura es un huracán fantástico e imaginativo que evoca un pasado grandioso y la destrucción de la civilización occidental.