Roger Peláez lleva muchos años arrastrándose por escenarios de tugurios cantando su odio estrangulado y afanado. Ha cantado con grupos tan dispares como Budellam, Zombi Pujol, Perro Pachingo o El Mal Ya Está Hecho. Ha editado recopilaciones de sus chistes dibujados en compilaciones como Yo follé con Fraga, Hegemonía Persecutoria o El proceso explicado a los idiotas.
Llevaba muchos años esperando este momento en el que los idiotas dominan el mundo porqué él es muy idiota y tiene por seguro que, con un poco de suerte, algún que otro pedazo del mundo le tocará. Canta, dibuja, estudia el Talmud y ha publicado libros de tebeos en los que simplifica las cosas para hacer la vida más manejable y comible a peña como él. Que no tienen nada, que no son nada y que no aspiran a nada.
La gente piensa que está medio loco pero se equivoca, porque en lo está del todo.
Sinopsis
Se trata de un espectáculo en el que una sola voz se desfigura, se abolla, insulta y se comporta como si estuviera bajo los efectos psicotrópicos de los alimentos macrobióticos hacia límites estrambóticos.
Una historia sobre tiempos y lugares donde lo que se intenta es trascender los tiempos y los espacios sin, por supuesto, lograrlo. Hasta donde nosotros sabemos. Una hora de cabaret inexistencialista cuyo único argumento es el fracaso y el agotamiento del público.
Acompañado por los paisajes sonoros de Vidal Soler y, de nuevo, con la producción de Cristina Rigau, Roger Pelàez se introduce hacia el exterior, penetrando las afueras de si mismo haciendo una voltereta mortal que suele culminar con su cabeza metida dentro de su propio culo. Sí, también es un espectáculo de contorsionismo. Sí, hay mucha vivencia y mucha inteligencia viajada en Roger Pelàez
Realmente, es un show en el que, no habiendo nada, hay una poco de todo.
Poesía lacrimógena.
Apocalipsis chapera.
Humor de no dar que pensar.
