Poder y revuelta son dos fases de un solo tiempo. Seguramente por eso la revuelta nunca se agota, porque es siempre persecución, y seguramente por eso el poder es tan ambiguo, porque tiene lo mismo de fugacidad que de infinito. En Que no serveix de res tirar una pedra, la productora cultural La Sullivan propone un recorrido plural y multidisciplinar por las diversas estaciones que la revuelta activa, del deseo iniciático a la consolidación en una forma de poder, y la necesidad de empezar, siempre, una y otra vez.
Sinopsis
Una pieza que es, de hecho, un recorrido como un círculo: Que de nada sirve tirar una sola piedra es una manera de decir que no se puede crear si no es colectivamente —de ahí tantos artistas en una sola escena— , que no se puede pensar si no es en común —de ahí la mezcla de poesía, danza, cine, música, interpretación y pensamiento—, y que sólo se puede alcanzar un círculo convincente, como escribía Vinyoli, si es ensayándolo siempre.
Así hacemos la probatura, el ensayo: esta pieza es un indicio que trata de los deseos caóticos de la asamblea, de los sueños musculares de quien se rebela, de la poética de la revolución, de la retórica del poder y de aquello que queda en los márgenes de la hegemonía. Bien así: como una piedra que agita, de repente, las aguas de un lago.