Masterclass María Callas

Las divas siempre resultan unos personajes apasionantes tanto en la ficción como en la vida real. De hecho, todos sabemos que se trata de un personaje en las dos vertientes, pero la fuerza, el carácter, el ambigüedad humana/ser superior, la elegancia y el misterio que transmiten resultan un imán para su público, los cuales con su fascinación no hacen otra cosa que otorgar al personaje una retroalimentación que lo hace agrandar hasta extremos desorbitados. Pero, si además, nos encontramos con una diva en su última parte de la vida, cuando su talento empieza a mermar y esta tiene que apendrer a convivir sin su gran talismán, el personaje despierta en el público un grado de atracción enorme, tal y cómo sucede con esta Masterclass.

En esta ocasión, el personaje de la Callas recae en manso de la gran actriz argentina Norma Aleandro. En mi opinión, esta realiza una interpretación un tanto irregular del personaje, otorgándole acertadamente los elementos característicos de una diva durante gran parte de la obra, pero sin alcanzar a encontrar el tono en algunos de sus fragmentos. Quizás, la culpa no acaba de ser de la actriz, puesto que estos momentos a que me refiero son los soliloquios que aparecen al final de las dos partes y que, a mi modo de ver, agrietan la obra, tanto a nivel rítmico como argumental. Así pues, el acierto y la originalidad de centrar la obra en una clase magistral que ofreció la diva en sus últimos años se ve estropeado al insertar estos fragmentos, que no hacen otra cosa que intentar profundizar en el mundo interior de la diva, hecho que resultaría interesando (y quizás necesario) y que otorgaría más profundidad a la obra de haber sido resuelto de otro modo. Aún así, esta propuesta resulta fuerza interesante y tiene momentos realmente magníficos tanto de la mano de la Norma Aleandro cómo del mismo texto, a pesar de no acabar de encontrar del todo su tono.

Entré al teatro Borràs con bastante miedo: Una Diva interpretando a otra Diva. El miedo se desvaneció a los cinco minutos. Correcta y con mucho de oficio, Norma Aleandro hace que el espectáculo fluya sin más trabas que aquellas que la dirección, a mi parecer, no sabe resolver. Hay un par de flashbacks que no diré que sean innecesarios, pero que no están cómodamente resueltos. O si lo están, lo están con un exceso de psicodramatismo que sólo el buen oficio de Norma Aleandro libra de la sobreactuación por los pelos. Muy bien acompañada por un elenco de cantantes y un pianista que saben estar a la altura, el espectáculo (110 minutos) pasa agradable y clásico hasta el final. Me pareció que el público aplaudía con poco entusiasmo, incomoda situación que no pudieron arreglar cuatro bravos a destiempo. Tuve todo el rato la sensación que teníamos entre el público una cabeza de grazna que nos quería dirigir hasta el final. Si era así, que no lo sé, a la hora de la verdad no se salió con la suya. Recomendado para aquellos que quieran ver una Diva en mayúsculas.