Sinopsis

El término coreografía se relaciona intuitivamente con la palabra escritura. Cuando pensamos en componer, pensamos en escribir una danza, en trazar movimientos, y tratarlos como si fueran signos. Pero ¿Cuáles son los signos de la danza?¿El cuerpo, las formas, los gestos?
Al hacer la pregunta de si hay un lenguaje de la danza, estamos también preguntando por la inteligibilidad de ésta, si ha de ser conocida desde el intelecto. Atrapar a la danza con las palabras es un empeño imposible, y esa imposibilidad es lo interesante, un juego irresoluble, un placer por hacer arte también de la interferencia y el error. Pues más bien son las palabras las que están atrapadas en el cuerpo, porque el cuerpo está, y es, y cuenta desde otro sitio.

LA ARTISTA
Laila Tafur usa el cuerpo como herramienta para trascender el mundo físico y teórico, a partir del cual incidir en la creación de realidades acotadas: la imagen, la acción, la performance o la instalación. Fija su ojo en la frontera y la forma.
Su bagaje es el de cualquier bailarín, de unos inicios consagrados al clásico hasta el movimiento no técnico, pasando por un sinfín de técnicas de danza contemporánea. Con sus piezas mantiene despiertas cuestiones como mal hecho/bien hecho, popular/elitista, belleza/utilidad. Además de disfrutar de la acción de bailar sin ocuparse de la argumentación que ella despierte.
Su carrera se ha desarrollado entre Granada, Barcelona, Reykiavik, Lisboa, Copenhague e Ibiza, recogiendo una larga lista de experiencias, habilidades, hábitos e información alrededor de cuestiones como qué es una performance o hacia dónde va la danza.

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Sinopsis

El término coreografía se relaciona intuitivamente con la palabra escritura. Cuando pensamos en componer, pensamos en escribir una danza, en trazar movimientos, y tratarlos como si fueran signos. Pero ¿Cuáles son los signos de la danza?¿El cuerpo, las formas, los gestos?
Al hacer la pregunta de si hay un lenguaje de la danza, estamos también preguntando por la inteligibilidad de ésta, si ha de ser conocida desde el intelecto. Atrapar a la danza con las palabras es un empeño imposible, y esa imposibilidad es lo interesante, un juego irresoluble, un placer por hacer arte también de la interferencia y el error. Pues más bien son las palabras las que están atrapadas en el cuerpo, porque el cuerpo está, y es, y cuenta desde otro sitio.

LA ARTISTA
Laila Tafur usa el cuerpo como herramienta para trascender el mundo físico y teórico, a partir del cual incidir en la creación de realidades acotadas: la imagen, la acción, la performance o la instalación. Fija su ojo en la frontera y la forma.
Su bagaje es el de cualquier bailarín, de unos inicios consagrados al clásico hasta el movimiento no técnico, pasando por un sinfín de técnicas de danza contemporánea. Con sus piezas mantiene despiertas cuestiones como mal hecho/bien hecho, popular/elitista, belleza/utilidad. Además de disfrutar de la acción de bailar sin ocuparse de la argumentación que ella despierte.
Su carrera se ha desarrollado entre Granada, Barcelona, Reykiavik, Lisboa, Copenhague e Ibiza, recogiendo una larga lista de experiencias, habilidades, hábitos e información alrededor de cuestiones como qué es una performance o hacia dónde va la danza.

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