Hamelín. El flautista y las ratas

Hamelín. El flautista y las ratas

Hamelin. El flautista y las ratas es un solo de danza Butoh y teatro físico a cargo del artista Orland Verdú, director de Oracles Teatre, con música en vivo de Pavel Amílcar y otros músicos invitados. La obra parte del cuento «El flautista de Hamelín», un clásico europeo recopilado por los hermanos Grimm y un referente de la literatura universal, a pesar de ser reinterpretado desde una visión contemporánea.

Hamelin explora dos imágenes en términos de movimiento y coreografía: las ratas y la imagen del fauno como elemento mágico. La corporalidad de la obra está basada en la danza de la rata y la corporalidad asimétrica y grotesca de un ser que parece un fauno (inspirado en el arquetipo de Dionisio y las danzas orgíastricas que se tocaban en honor a este dios con el uso de una flauta de doble hoja).

Sinopsis

Hamelín parte de la mentira (la NO-PALABRA) y de la corrupción política, social y económica. Las Ratas simbolizan la plaga de la avaricia, la depravación y el trasfondo del capitalismo mainstream, pero también de nuestro egoísmo. Son un símbolo sarcástico e irónico de la temperatura política actual. En el sistema político que vivimos todo se puede comprar y vender: la palabra y los valores no tienen sentido.

El Flautista es la imagen del «Vengador» en forma de elemento mágico o justicia divina e irónica de las acciones sociales: todo vuelve y quien ríe el último, ríe mejor. Es el mercenario pagado a sueldo que decide devolver la moneda al «pueblo / mafia» cuando éste rompe su pacto. Es una clara alusión a los pactos ocultos y las traiciones del sistema, que tiene en las ratas (y en Barcelona) su espejo. Los niños que el flautista se lleva como castigo son una imagen del futuro, la prosperidad y la inocencia, aunque inocua a las corrupciones del sistema y el propio egoísmo, inherente a la condición humana.

Sinopsis

Hamelín parte de la mentira (la NO-PALABRA) y de la corrupción política, social y económica. Las Ratas simbolizan la plaga de la avaricia, la depravación y el trasfondo del capitalismo mainstream, pero también de nuestro egoísmo. Son un símbolo sarcástico e irónico de la temperatura política actual. En el sistema político que vivimos todo se puede comprar y vender: la palabra y los valores no tienen sentido.

El Flautista es la imagen del «Vengador» en forma de elemento mágico o justicia divina e irónica de las acciones sociales: todo vuelve y quien ríe el último, ríe mejor. Es el mercenario pagado a sueldo que decide devolver la moneda al «pueblo / mafia» cuando éste rompe su pacto. Es una clara alusión a los pactos ocultos y las traiciones del sistema, que tiene en las ratas (y en Barcelona) su espejo. Los niños que el flautista se lleva como castigo son una imagen del futuro, la prosperidad y la inocencia, aunque inocua a las corrupciones del sistema y el propio egoísmo, inherente a la condición humana.

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