Andrés Marín y Aina Núñez se han unido para crear la pieza Frankestein també tiene alma. Un bailaor singular de reconocido prestigio y una bailaora joven y talentosa dialogan desde el baile, y en clave de performance, sobre lo que es necesario y lo que no lo es, sobre lo que es propio y lo que es heredado, lo que es real y lo que es sólo apariencia. En resumen, sobre los dilemas que todo artista tiene a lo largo de su trayectoria para plantearse y resolver su recorrido más personal e ineludible.
Cuando se hilvana una pieza a base de recortes de diferentes procedencias, texturas y colores, el resultado es una masa llena de costuras y sin armonía. Esto le pasa también a un bailaor con los pasos que aprende de diferentes maestros. Pero con el tiempo y la madurez personal, consigue unir estos pedacitos de conocimiento para romper clichés y dotar a los gestos y el movimiento de nueva vida. De la imperfección surge una pieza llena de belleza. Y ahora, en Frankenstein cobra vida y tiene alma.