Catorce intérpretes nos dibujan sus relaciones íntimas y cotidianas, los conflictos y las negociaciones que se dan dentro de una casa, el lugar donde todo sucede. En esta casa, los bailarines están dentro de una arquitectura para jugar y así multiplicar los puntos de vista. Una búsqueda constante para encontrarse, para estar juntos, pero donde cada uno negocia su relación con el espacio vacío, lleno de historias.
Después de trabajar con numerosos coreógrafos, Christian Rizzo fundó su compañía, l’association fragile, en 1996, con la que ha creado más de 30 piezas. Desde 2015 dirige el Centro Coreográfico de Montpellier, que propone una visión transversal de la creación, la formación, la educación artística y la apertura a los públicos.