Avinguda Nacional

Avinguda Nacional

Avinguda Nacional, del dramaturgo checo Jaroslav Rudiš, es la culminación del proyecto internacional de creación escénica Fabulamundi. Playwriting Europe, que quiere promover el conocimiento y el intercambio de textos y autores entre los diferentes países miembros. La Sala Beckett forma parte del proyecto junto a teatros de Alemania, Austria, Francia, Italia, Polonia, República Checa y Rumanía.

Sinopsis

Se hace llamar Vandam. Como Jean-Claude van Damme. Es un héroe. Un guerrero. Continental. Lo sabe todo de los combates. Tanto en un sentido personal como histórico. Tiene una opinión sobre todo. La política. Las mujeres. El mundo.

En 1989, en Praga, marchó por la Avenida Nacional, donde el 17 de noviembre tuvo lugar una manifestación que propició la caída del régimen comunista en la antigua Checoslovaquia. Fue Vandam quien, con su primer puñetazo, hizo girar las ruedas de la historia, como él mismo dice. Pero de eso hace mucho tiempo. Desde entonces, pinta las azoteas de los bloques de pisos en las afueras de Praga. Y por la noche, se sienta en el bar Severka. Este es su mundo. Aquí hacen celebraciones. Aquí hablan. Es aquí donde de vez en cuando rompe los dientes a alguien y da lecciones sobre la vida, como él mismo dice. Le gusta Lucka, la chica de la barra, una mujer simpática cargada de energía y llena de magulladuras, como él. Le gustaría salir con ella. Y quizás a ella con él. Pero no es tan fácil. Los dos tienen muchas heridas del pasado.

En un cautivador monólogo, Vandam explica sus acciones heroicas. Antiguos combates y guerras. Esperando que lleguen más guerras y más combates. Explica la historia de la Europa de hoy. Habla de su familia. De su padre. De su abuelo. Y de su hijo, al que no puede ver en persona. A Vandam le encanta hablar y le gusta provocar. Quizá, a veces, levantando el brazo derecho, al estilo del saludo romano. Para decir a continuación: “Humor checo”.

Sinopsis

Se hace llamar Vandam. Como Jean-Claude van Damme. Es un héroe. Un guerrero. Continental. Lo sabe todo de los combates. Tanto en un sentido personal como histórico. Tiene una opinión sobre todo. La política. Las mujeres. El mundo.

En 1989, en Praga, marchó por la Avenida Nacional, donde el 17 de noviembre tuvo lugar una manifestación que propició la caída del régimen comunista en la antigua Checoslovaquia. Fue Vandam quien, con su primer puñetazo, hizo girar las ruedas de la historia, como él mismo dice. Pero de eso hace mucho tiempo. Desde entonces, pinta las azoteas de los bloques de pisos en las afueras de Praga. Y por la noche, se sienta en el bar Severka. Este es su mundo. Aquí hacen celebraciones. Aquí hablan. Es aquí donde de vez en cuando rompe los dientes a alguien y da lecciones sobre la vida, como él mismo dice. Le gusta Lucka, la chica de la barra, una mujer simpática cargada de energía y llena de magulladuras, como él. Le gustaría salir con ella. Y quizás a ella con él. Pero no es tan fácil. Los dos tienen muchas heridas del pasado.

En un cautivador monólogo, Vandam explica sus acciones heroicas. Antiguos combates y guerras. Esperando que lleguen más guerras y más combates. Explica la historia de la Europa de hoy. Habla de su familia. De su padre. De su abuelo. Y de su hijo, al que no puede ver en persona. A Vandam le encanta hablar y le gusta provocar. Quizá, a veces, levantando el brazo derecho, al estilo del saludo romano. Para decir a continuación: “Humor checo”.

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