William Kentridge es uno de los artistas visuales más carismáticos del presente; capaz de hacer críticas sutiles pero muy ácidas en forma de advertencia desde el afilado carboncillo. Disfrutaremos de sus proféticas visiones en las que persigue el sueño de un mundo más justo a través de la película animada que ha creado para la Sinfonía n.º 10 de Dimitri Shostakóvich.
Sinopsis
Tras su producción escénica de La nariz de Shostakóvich para el Metropolitan de Nueva York, regresa al compositor para producir esta animación ambientada en un museo soviético aparentemente abandonado hecho de cartón y situado en una mesa en un estudio de un artista. Un recorrido por las diversas salas del museo, que incluyen una sala de teatro comunitaria, una piscina pública y una cantera rodeados de figuras cómo son Mayakovsky, su amante Lilya Brik, Trotsky, Shostakóvich como estudiante, su alumna Elmira Nasirova, Stalin y Lenin. Títeres en un entorno en el que deben entenderse como collages.