Mamma mia!

Por más que hayamos visto la película cientos de veces, por más que hayamos escuchado la música de ABBA sin parar, Mamma Mia! no deja de sorprender. Es un chute de energía y vitalidad que bien merece la pena ir a sacar la entrada y disfrutar de este musical que ya se ha convertido en uno de los grandes clásicos.

Más allá de la trama, de la historia que cuenta, bien conocida por todos, es fundamental destacar el trabajo de todo el elenco. Sin duda, esto es lo que hace brillar, aún más si cabe, a este espectáculo. Las tres actrices principales son extraordinarias, también el resto: actores masculinos, la joven protagonista y, por supuesto, el equipo de cantantes y bailarines que les acompañan.

La escenografía es impresionante y muy evocadora. Reproduce a la perfección la esencia de las islas griegas donde se desarrolla la historia. El juego de rotación de paneles para dar vida a diferentes escenarios es perfecto y la iluminación es alucinante. Y si todo ello se combina con canciones tan reconocibles por todos… ¡el espectáculo está asegurado!

Esta nueva producción de “Mamma Mía!” sin duda alguna supera a la original, tanto en aspectos técnicos (el tiempo y los avances le juegan a favor), como en lo artístico; qué placer comprobar cómo SOM selecciona sus elencos teniendo en cuenta que además de cantar y bailar de manera excelente, también sepan interpretar texto. Aunque parezca una obviedad, es el aspecto del que más suelen flojear todas las producciones, sin embargo, aquí se potencia, haciendo que la producción crezca, cale y traspase.

Este musical pertenece a ese género que muchos denominan como “jukebox”, ya que utiliza las canciones de ABBA para tejer una historia a su alrededor, ofreciendo al público la oportunidad de volver a disfrutar de los ritmos archiconocidos del grupo, con el extra adicional de encontrarse con una divertida historia que las recoge en un envoltorio al más puro estilo “feelgood”. Y es que… ¿quién no sale después de ver el musical con ganas de ponerse a bailar en medio de la Gran Vía?

Esta nueva producción cuenta con un escenario renovado que nada tiene que ver con el de producciones anteriores, en el que se aprovecha hasta el más mínimo detalle. No hay cambios espectaculares, ni falta que le hace, sin embargo, sorprende en sus múltiples dimensiones gracias a una fabulosa iluminación.

En cuanto al aspecto interpretativo, el elenco es sobresaliente. La energía que derrochan y la precisión con la que ejecutan cada una de las coreografías es brillante. Qué gusto da verlos trabajar. El rollazo y la energía que desprenden hacen que el listón en cuanto a lo artístico, dentro del género, se posicione en todo lo alto; dándonos la oportunidad de descubrir a nuevos talentos dentro del musical como Gina Gonfaus, en el papel de Sophie, Gallo Ryan como Sky, Elena Díez, Jennifer Lima, Fran Moreno o Pep Guillem.

Verónica Ronda sigue regalándonos una Donna llena de matices y con una factura vocal que nos divierte tanto como nos emociona. Su solvencia como actriz es innegable, los que la conocemos de anteriores trabajos, disfrutamos de esta nueva faceta y nos alegra verla sobre un gran escenario brillando como lo hace.

Junto a ella encontramos a sus dos amigas Rosie y Tanya que en esta función fueron interpretadas por Ylenia Baglietto y Mariola Peña respectivamente. Derroche de diversión y complicidad, y eso que Ylenia tiene la dura tarea de ser cover de la arrolladora Inés León. Poderío y empoderamiento a borbotones.

Carlos de Austria continúa esta temporada como Harry -¡y cómo se le disfruta!- es dueño y señor de este papel que se lo goza a manos llenas y nos lo contagia. Y junto a él nos encontramos a Víctor Massán, un actor con un carisma que seduce haga lo que haga, y a Joan Olivé que completa un trío con el que se intenta realizar un retrato de las diferentes masculinidades repleto de sentido del humor y ternura.

Sin duda la mano de Juan Caros Fisher, ojito porque este director nos está regalando grandes trabajos tanto en musical como en texto, ha revitalizado una producción que merece permanecer en cartel tanto tiempo como su predecesora.

El musical de Mamma Mia!, con las míticas canciones de Abba, vuelve a Barcelona. Y es que el efecto Mamma Mia! pega fuerte en España. Es uno de los musicales que más veces se ha representado en España, y no es de extrañar que vuelva otra vez de la mano de SomProduce, porque es también uno de los musicales más representados en el mundo y que más récords de ventas ha batido.

¿Pero si ya se ha representado tantas veces, hay algo nuevo que ver? Pues sí, hay muchas cosas por ver. Como un clásico de los musicales que es, siempre hay algo nuevo que ver y descubrir, y para los amantes de Abba es ya una visita obligada si pasan por Madrid. En esta versión disfrutamos de coreografías de Iker Carreras, que le dan un toque renovado y fresco a lo que hemos visto en otras ocasiones, aportando su toque especial. También destacamos la descomunal escenografía que nos teletransporta al hotel situado en esa isla paradisíaca, una escenografía que no parece acabarse y trabajada al detalle. Pero aunque tenga música de Abba, eso no lo es todo. El equipo de actrices y actores están en su punto, y quiero destacar principalmente la interpretación de Verónica Ronda haciendo de Donna donde creo que ha hecho un increíble trabajo actoral.

Para los fans de Mamma Mia! hace falta poco para que vayan a verlo. Para el resto, que sepan que tienen ante ellas una nueva versión con mil detalles nuevos y frescos para disfrutar de este musical y de sus canciones espectaculares.

Imposible no recomendar Mamma Mia a todos quienes quieran pasar un muy buen rato y, más barato que terapia, salir más alegres de como entraron. Uno de los pocos musicales jukebox (a partir de canciones ya existentes, habitualmente de intérpretes de éxito) donde el libreto, de Catherine Johnson, no está metido con calzador y encaja con las conocidísimas e imbatibles canciones -más complejas de lo que parecen-.

Es la primera vez que se permite una adaptación nueva, diferente de la franquicia -musicales que se representan exactamente de igual manera en diferentes lugares- que tiee ya 25 años. Para què negarlo, como muy fan de ABBA, me costó entrar, resistencia al cambio ante detalles sin importancia, como las nuevas letras y vestuario final, lejano del icónico de ABBA (en cambio, el resto del vestuario y la escenografía del hotel, nos trasladan perfectmente a una isla griega donde querríamos estar y formar parte de ese lugar), o los arreglos, demasiados rockeros para mi memoria musical de décadas de ABBA:

Pero son detalles menores en una propuesta que funciona, y mucho: si no, no repetiría y repetiría hasta sentir cierto vergüenza.

Por qué esta repetición? Fascinantes coreografías de Iker Karrera, un espectáculo por sí mismo, perfectamente interpretadas -más que ejecutadas- por todos los excelsos bailarines, refuerzan la narrativa, brillando con luz propia. Números como el final del primer acto donde cuesta no levantase de la butaca, no para bailar y dar palmas, sino de la energía que te arrastra al escenario, o la pesadilla expresionsta o …

Y por primera vez he visto y vivido el viaje de Donna, magníficamente interrpetado por Verónica Ronda. Fuerza y vulnerabilidad, Interpretación que conmueve, con matices, humorísticos, dramáticos, una voz e interpetación musical de las de inclinarte en la butaca para acercarte. El resto del elenco notable, 24 artistas en escena, destacan Gina Gonfaus (Sophia), su momento donde pregunta a uno de los candiatos a padre qué le interesaba de la isla, esperando ser ella la respuesta, es de una tristeza sutil preciosa), Joan Oliver y su simpatía, el descaro de Marilola Peña…

En resumen, una lnueva producción que funciona y mucho y no sólo, ahí el mérito, por las canciones de ABBA, que es lo que hasta ahora me llamaba del musical. Ahora, voy por lo que trasnmite. Por sentir, por emocionarme y no solo sonreir.

Lo menos mejor: el público, que se comporta como en un concierto tributo o karaoke en vez de en el teatro.

Disclaimer: ABBA me acompaña en mi día a día desde hace más de 40 años, incluyendo aquellos donde decir que te gustaban generaba miradas de desprecio.

No se puede negar que los suecos Björn Ulvaeus y Benny Andersson -el alma de Abba– tienen un olfato comercial equiparable al del Sr. Ikea. Cuando deciden, en 1999, reciclar todos sus viejos éxitos en el musical Mamma mia! estaban dando vida a un monstruo de proporciones inimaginables: representaciones en 40 países, 60 millones de espectadores, 16 años en el West End, una película que recaudó más de 600 millones de dólares, etc. Para hacerlo se rodearon de los mejores, un grupo de británicos especializados en convertir cualquier argumento y cualquier anécdota en un musical triunfador. Un decorado funcional pero efectivo, un vestuario vistoso, una iluminación brillante y unas coreografías de primera garantizan que la franquicia pueda rodar por medio mundo sin sobresaltos. En España llegó hace 19 años, y vuelve para repetir la fórmula.

Todo el elenco junto consiguen contagiar al público el buen rollo que desprenden las canciones. Sí, es cierto que el argumento es una tontería y que una segunda parte más íntima no es suficiente para dar peso a la trama… pero qué más da si el objetivo principal se consigue con creces. Te gusten más o menos los musicales, ni yo ni nadie puede negar que Mamma mia! da todo lo que se espera de ella… que no es poco.