Sinopsis
El montaje Huis Clos (A puerta cerrada), basado en el texto de Jean-Paul Sartre y con dirección Raimon Molins, inaugurará la programación de la sala Atrium el 26 de enero. La obra mezcla la profundidad del existencialismo con contenidos propios de la comedia, que la hacen aparentemente más inocente.
En A puerta cerrada, Sartre nos muestra a unos personajes conscientes de ser ellos mismos “pecadores”. Están en el infierno, un lugar donde todo es eterno presente. Sin días ni noches. El no-tiempo. Esta situación que según como podría ser el inicio de una comedia de éxito de boulevard enseguida muta ya que los personajes se darán cuenta de que tal vez el verdadero infierno no sea ni un espacio ni un tiempo sino una mirada. Una mirada que evidencie como son. Un espejo sin espejo. En resumen, no hay excusas, son, pues, los tres responsables de sus actos. Aquí radica la libertad del ser. La de decidir, por el hecho de existir, sobre los propios actos. Pero la náusea de ser, siempre, vendrá condicionada por la mirada de los demás. Son los otros quienes juzgan los actos. Momento a momento. Y que evidentemente son reflejo de lo que han sido y son: “seres malvados”. La conciencia de ser infierno viene provocado por aquel que mira. Verdugo tiempo del que es mirado. De ahí que el infierno sean los demás.
Siempre la terrible mirada inquisitiva del otro como coartada.
¿Y qué es sino la mirada del espectador? No es el espectador también un “Otro” en el hecho teatral?