Sinopsis
Este monólogo, que la creadora subtitula muy significativamente Ensayando para que la muerte de mi madre no me pille desprevenida, es a la vez un diálogo directo con el público en el que, recurriendo con humor a los recuerdos y al imaginario de su vida familiar, construye un espectáculo que incorpora música y vídeo.
Vivo con la idea recurrente de que mi madre se va a morir en cualquier momento y sin previo aviso y que, llegado el día, no tendré con que vestirla. Enfoco mi atención hacia su apariencia (y desvío mi pánico): sé que nada de lo que le ponga le hará justicia, pero ella ya no estará para llevarme la contraria o para protestar. No será ella, será una cosa; un cuerpo con el que me relacionaré de otra manera y al que le podré hacer un montón de filigranas, lo que no se le hace a una madre cuando está viva: retorcer, olisquear, cosquillas, pellizcos. Pero a una madre muerta sí se le podría hacer, no? Una vez muerta no se queja.
Verónica Navas Ramírez