La compañía La Bella Otero, formada por Emma Arquillué y Pablo Macho Otero, presenta su nuevo espectáculo: Prosopopeya, una pieza multidisciplinar en verso que habla de la identidad y que se podrá ver del 16 de enero al 9 de febrero en el Espacio Libre de Montjuïc.
Tras su último montaje, A fuego, la compañía repite la misma fórmula: un texto Macho Otero protagonizado por él mismo y codirigido con Arquillué. En esta ocasión, gira en torno al enigma de la identidad y nació de un momento de crisis existencial del autor, en el que se planteó qué es el yo. «Realmente, perdí completamente las nociones de la identidad. Creo que es algo cada vez más común ahora mismo, con las redes y con estar mirando desde fuera continuamente», explica.
Macho Otero interpreta a un dramaturgo en plena crisis existencial que, a base de escribir palabras para otros, ya no sabe quién es. Para volver a encontrarse, decide ir a buscarse allá donde toman vida los personajes: en un escenario. Allí descubre una figura desconocida de la mitología griega que alegoriza el origen del teatro: Prósopo –que en griego significa máscara o rostro–, un personaje capaz de interpretarlos todos menos él mismo.
El montaje se desarrolla en dos tramas en paralelo. Por un lado, la narración del mito de Prósopo, en el que los personajes mitológicos son encarnados con máscaras por Arnau Comas. Por otro, el viaje interno que realiza el dramaturgo al descubrir el mito. La función se acompaña del espacio sonoro y la música en directo de Santiago Aguilera.
El texto, de Macho Otero, está escrito en verso. «Personalmente, antes de escribir teatro, escribía poesía y siempre me ha inspirado mucho el Siglo de Oro. Encontramos que sería muy interesante mezclar el universo mitológico con el verso», explica el autor, para romper así la visión del verso como algo antiguo y reivindicar que puede ser divertido, ameno, lleno de sentido del humor y una fiesta del lenguaje y de los dobles sentidos. «El verso da virtuosismo al texto porque implica que, pese a estar dentro de una estructura muy marcada, hay que encontrar la libertad para explicar lo que se quiere decir», añade Arquillué.
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