Cómplices del escarnio

El Bufón del Rey Lear

El Bufón del Rey Lear
17/12/2018

Distraída, divertida, sorprendente y muy amena. Estos podrían ser algunos de los adjetivos para esta obra.

Felipe Cabezas nos propone ver el Rey Lear, obra clásica de Shakespeare, desde otro punto de vista: la del bufón de la corte. Así, nos narra la historia de una manera resumida, que apunta a los momentos claves de la trama, pero con una ironía y crítica implícita que acaba trasladando, de manera sencilla y natural, a la actualidad. Así, provoca un paralelismo entre la situación monárquica y de poder del libreto con la situación actual. Nunca de una manera directa, sino sutil, tanto que, a veces, el público lo pasa por alto y no se produce la respuesta que el intérprete busca –normalmente de risa cómplice-.

El Rey Lear, como todas las obras de Shakespeare, aborda un tema que se puede trasladar a cualquier época, siempre puede encontrar su significado y sentido, se adapte cuando se adapte. En esta ocasión, Cabezas provecha esta lucha de poder fraternal para hablar de una sociedad en que se premia más la ambición que la honestidad. El texto enlaza momentos de la obra original con incursiones de la vida “real” del actor/director. La rama avanza con pequeñas pausas que sirven para mostrar las dificultades del mundo del arte, del teatro y de sus intérpretes. Queriendo, la tragedia relatada por Shakespeare se convierte en una comedia sin trascendencia en comparación con el drama real que vive este actor en estos pequeños momentos de realidad. Un guion muy bien entramado que consigue tener atento al público toda la representación.

La puesta en escena, sencilla, tiene los elementos necesarios para llevar a cabo la representación, jugando sabiamente con caretas y otros utensilios que ayudan a explicar la narrativa shakesperiana de una manera ágil y fácil.

Lo mejor de toda la obra, sin duda, es la complicidad que se crea entre el intérprete y el público, que acaba conectando tanto con el bufón, que desearía que le explicara más historias de la corte. Pero el final lo deja todo atado, y alargar las cosas no tendría sentido. En cambio, deja al espectador con una sonrisa en la cara y ganas de volver a saber de este bufón travieso.

 

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