Amor Mundi es una historia irreal que podría ser verídica. Una maestra cercana a la jubilación había luchado por una escuela pública de calidad. Había seguido las enseñanzas de Rosa Sensat y había sido atrapada por el sueño de muchos enseñantes sobre la docencia innovadora, reformadora e integradora, ilusión colectiva en la Catalunya de los años 70 de la cual formaba parte nuestra protagonista.
Años más tarde se encuentra atrapada en un hecho que ni ella misma se puede explicar, no lo justifica ni defiende pero la han ganado las emociones, los sentimientos se han colocado por encima de la razón y se ha tomado la justicia por su cuenta ante el comportamiento agresivo y destructivo de una adolescente en lugar de dejar trabajar al razonamiento pausado y reflexivo que tanto había defendido.
Es una obra sobre el mundo de la enseñanza pero también sobre la difícil relación de los maestros con los alumnos, la introducción de las redes sociales y la utilización de las mismas para publicitar unos hechos y crear “influencers” con millones de seguidores
Se notaba que entre el público había gente del ramo que se reía de los sutiles códigos y de las irónicas palabras de la maestra.
Al principio no entendí demasiado la incorporación de la larga entrevista de la filósofa Hanna Arendt en medio de la función. Había visto hacía poco tiempo la película que lleva su nombre sobre el juicio de Eichmann y también tenía presente la entrevista proyectada. Después pensé que Arendt defendía el pensamiento crítico y lo exigía a los profesores universitarios. La politóloga defendía también la necesidad de una política que garantizara “el derecho a tener derechos”. La protagonista de Anima Mundi es crítica con sus actos y defiende el derecho de los alumnos al tiempo que lo razona.
La autora y directora de la obra Victoria Szpunberg ha escrito una pieza muy actual y sobrecogedora y nos hizo pensar en la facilidad de encontrarte inmerso en una situación que hubieras criticado.
Marta Angelat, premio Butaca de Honor a los Premis Butaca 2018 está esplendida y pudimos comprobar que se merece tal galardón. Ana Calpe interpreta sobradamente el papel de mujer joven que esconde un secreto no desvelado hasta el final, y Blanca Garcia-Lledó corona el terceto femenino con un movimiento y una alegría que contrasta con el sufrimiento de las otras dos mujeres.
Los elementos externos a la escena: las grabaciones de la entrevista a Hanna Arendt y la niñas/niñas justificando su falta de presencia en el escenario o cantando una canción de moda, así como el reparto innecesario de pan entre el público hacen perder un poco el hilo de la historia.
Aun así, es un trabajo muy bien hecho que merece la pena disfrutar.