La excelencia de la muerte

Poe, el cabaret macabre

Poe, el cabaret macabre
04/12/2018

Edgar Allan Poe vivía y trabajaba para soportar y hablar sobre la muerte y los miedos que suscitan a los mortales. De sus poemas y su novela se puede desprender que más que su tema preferido, era una obsesión lo que vivía. Dagoll Dagom cogió esta manera de ver la vida, a través de sus escritos, para elaborar Poe, un conte musical de por (2002). Ahora, esta producción de la compañía ha estado revisiada por Víctor Álvaro y, bajo su propia visión del texto, ha compuesto uno de los mejores espectáculos musicales en pequeño formato que se pueden ver.

Álvaro ha decidido darle a esta producción un tono de cabaret macabro que implica al espectador desde el principio. Momentos hilarantes, sobre todo los interpretados por los personajes del doctor Valdemar y la mayordoma borracha, que hacen reír en medio del mundo de los espíritus. La historia tiene ritmo en la narración y cuenta con unos números musicales trabajados en la parte vocal, pero también en la instrumental, ya que aquí toda la producción de gran orquestra que hay en la original se transforma en una melodía a piano acompañada, a veces, por un violoncelo. Con una apuesta musical tan minimalista, se consigue un ambiente íntimo con fuerza donde destacan las voces de los actores -una mención especial para Patricia Paisal y Adrià Ardila-.

La puesta en escena tiene un punto de homenaje a los 20 años de vida de la compañía Gataro, como afirma el mismo Álvaro, y eso hace que se respire una especial atención y estimación en todos los objetos que se pueden encontrar. Sin apostar por la pomposidad, los pequeños detalles (como el piano rojo que hay un momento encima del escenario) crean momentos estelares que no pasan desapercibidos. Otro acierto es el uso de la “puerta principal” que hay colocada en la habitación. El juego que da a los personajes en diferentes momentos está muy bien hilado con la narración.

De los intérpretes se pueden destacar especialmente dos, aunque todos están a la altura de la obra. Patricia Paisal y Adrià Ardila se llevan el galardón a la excelencia con sus interpretaciones de la mayordoma borracha y el doctor Valdemar, respectivamente. Paisal haciendo gala de su magnífica voz nos aporta un toque de humor de cine mudo con su personaje, una mayordoma que vive en la miseria personal y que ahoga sus tormentos a base de alcohol –cuando tiene-. Solo su presencia encima del escenario ya nos lo demuestra todo. Ardila, por su lado, construye a un doctor obsesionado con su trabajo ideal con toques cabaretescos y homenaje al Frank N. Furter de Rocky Horror Picture Show. Un placer ver sus movimientos y su do de pecho cantando, sin parar, entregándose al completo. Miguel Ángel Sánchez, que interpreta a Ròdrick y es quien nos da la bienvenida al espectáculo, es un buen descubrimiento también en esta faceta de maestro de ceremonias atormentado por la pena y el dolor. Su personaje lo absorbe y lo hace desaparecer bajo el rastro de la obsesión enfermiza.

Una obra trabajada, sin las pretensiones de un gran musical, que aporta todos los elementos que harán disfrutar a los amantes de este género, pero que, a la vez, también atrapará al espectador ávido de historias de terror y personajes oscuros. Texto y música, un binomio excelente de este gran acierto teatral.

← Volver a Poe, el cabaret macabre

¡Enlace copiado!