Parece socialmente aceptado que juventud y teatro son dos conceptos alejados. Todo programador teatral que se precie conoce bien el reto de intentar bajar la media de edad de su público. Y en este camino, últimamente se está probando una curiosa teoría. Si los teatros más comerciales se llenan de madres, tías y abuelas – lo del predominante género femenino es otro interesante debate a tratar- que van a ver a los protagonistas de sus telenovelas favoritas, ¿acaso no es esta misma lógica aplicable al fenómeno fan que abunda entre las adolescentes?…
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