Érase una vez, en una ciudad cercana, 4 jóvenes actrices que alumbraban un resplandeciente escenario, llenando un espacio amplio con su movimiento, su espontaneidad, creatividad, voces de ensueño y desparpajo.
El tiempo se pasa volando, la escenografía y las coreografías excelentes de las actrices te tienen absolutamente eclipsada durante toda la función.
El texto es la llamada de una generación, es un sentimiento común, es una comedia más que acertada que cuenta una realidad.
No me toques el cuento es una obra imprescindible para cualquier generación, es una obra que desde una comedia y un rato más que agradable, repasa la memoria histórica de las mujeres y una generación que ahora mira con ilusión a los más jóvenes, y que lucha con sus propios fantasmas entre lo que fue, lo que le enseñaron que era o iba a ser, lo que es y lo que quieren ser.
Unas princesas con las que hemos crecido, unas princesas atrapadas en medio de una generación próspera y momentos de cambios sociales convulsos, a las que se educó para que siguieran sus sueños de la mano de un príncipe, y otra generación de nuevas princesas, con mejor preparación para el nuevo mundo, que ha crecido con los fallos de las dibujadas en los 80,90, ahora siendo más humildes, más realistas con sus expectativas y más independientes. No se si sigo hablando de princesas, o si lo sé…
Sin duda, repetiré para llevar a mis sobrinas de 8 y 10 años, a mis padres de 60 y a mis cuñados de 50. Quiero compartir con todo el que pueda, lo que, a mi parecer, abre un espacio de reflexión que al salir de la obra, con la energía arribísima, te permite tener conversaciones de esas de arreglar el mundo.
