Al acabar, quien me acompañaba me dijo «Mala Broma? Mala Obra; ya tienes titular «… y me hizo más gracia que el humor de esta comedia con toques dramáticos que quiere reflexionar sobre temas serios con humor. Cierto, encontrar el equilibrio es increíblemente difícil y para mí pocas veces se consigue. Normalmente, el humor se lo come todo y el tema relevante se trata superficialmente. Sí, lo admito, ni «Art» ni «El test» ni … me convencieron.
Aquí se han querido tocar demasiados temas, a cual más interesante pero que se van perdiendo con giros y más giros y broma sobre broma. El final hiperbólico no ayuda y costa, pues, que afloren las reflexiones a tantos temas tratados: ¿Tiene límites el humor? ¿Se puede bromear de cualquier cosa? ¿Sí, seguro? ¿Aplica la ultracorrecció política al humor? También se toca la estabilidad laboral, la amistad masculina, los roles familiares, la envidia entre amigos, la manipulación, las redes sociales, el éxito profesional, la conciliación, el machismo … y claro, con tantos frentes abiertos cuesta que no queden diluidos. Lástima.
Dos amigos de toda la vida que han seguido caminos profesionales divergentes y están pasando por momentos de crisis, se reencuentran después de cierto tiempo en casa de uno de ellos, casado con la tercera parte del triángulo de amistad juvenil. A partir de aquí, bromas de todos los registros.
Los intérpretes no lo tienen fácil. Realmente se entregan pero uno de los papeles parece, incluso estéticamente, dirigido como si lo interpretara otro – mediático- actor, Òscar Muñoz tiene que llevar el peso de la locura excesiva y a Anna Sahun le toca tener reacciones inverosímiles (ella sabe cosas que nosotros y otro personaje aún no, pero en ese momento, todo chirría).
Lo mejor: hay mala leche, algún momento cómico muy logrado y por momentos, realmente se cuestionan a fondo las fronteras del humor.
Lo menos mejor: Supongo que los registros elegidos no me han llegado. Hay giros realmente sorprendentes pero su abuso hace que termine siendo todo caricaturesco. Y como me pasa a menudo con los textos de comedia de Jordi Casanovas, el final no me convenció.
Lo cierto, eso sí, es que el resto de espectadores rieron mucho, todo hay que decirlo. Y tiene todos los ingredientes para que triunfe.