Eugène Ionesco, en 1972 escribió una versión satírica sobre el Macbeth de Shakespeare que título “Macbett” sobre la corrupción asociada al poder absoluto y a la tiranía. Ionesco presenta la tragedia shakespeariana como una imagen grotesca y ridícula del poder ya que él decía que su teatro no era del absurdo sino del ridículo. De esta manera presenta la absurdidad alertando contra el absolutismo y su fácil resurgimiento.
Esta versión de Ionesco dirigida por Ramon Simó describe perfectamente la crueldad y los hechos más espantosos en forma de comedia exagerada resaltando los escasos límites de la ambición y el mantenimiento de la fidelidad utilizando como mercancías riquezas, tierras o títulos nobiliarios.
Joan Carreras es Macbett y Pep Ambrós és Banquo, los generales de Duncan, rey de Escocia (archiduque en esta versión de Ionesco). Ellos dos han sofocado una conspiración contra el archiduque capitaneada por Candor y Glamiss (Pepo Blasco y Josep Julien) ya muertos los dos. Comienza la magnífica interpretación de los dos personajes llena de intrigas, envidias y conspiraciones alimentadas por la archiduquesa, la fantástica Anna Alarcon que acompañada por su doncella, Laia Alsina, son las artífices del mal. Son también las brujas de la predicción de las maldades. Duncan, espléndido David Bagés, es un hombre cobarde y autoritario quien, para asegurar el poder, es capaz de engañar y traicionar a sus más fieles colaboradores. Las predicciones de las brujas se hacen realidad. La archiduquesa se convierte en Lady Macbett. Macbett enloquece al ver el bosque de Birman que avanza amenazador hacia él tal como habían predicho las brujas. Con el sentimiento de culpa por haber matado a Duncan y a Banquo, acaba muerto a manos de un hijo de éste.
La puesta en escena es una maravilla. David Anguera es el responsable de interpretar la música escénica de Joan Alavedra e interpreta además diferentes papeles como hacen casi todos los actores.
La escenografía de Bibiana Puigdefàbregas no es sencilla pero la simplicidad de los elementos que van moviendo entre todos hacen que el escenario sea limpio y diáfano a pesar de la oscuridad. El espacio sonoro de Ramon Ciércoles crea el clima de violencia, perversidad e intriga que pide el texto de Ionesco.
Quiero destacar las imágenes de los retratos de Banquo y Duncan ja fallecidos que, como espectros y por efecto de la iluminación de Quico Gutiérrez, se proyectan en una pantalla a manera de sombras chinas.
Con todos ellos, Ramon Simó ha conseguido hacer brillar una vez más a dos autores de teatro indiscutibles.