Sea cual sea el contexto histórico, político o económico, existen cuestiones familiares que son invariables a lo largo del tiempo, como son la preocupación por el futuro de los hijos o la necesidad de éstos de reivindicar su propia libertad de decidir. Los hijos creen que lo harán mejor que los padres y desean romper moldes y aspiran a una libertad que los padres no tenían, o no creían tener. Muy a menudo, las frustraciones de los padres se trasladan a los hijos, y éstos trasladan las propias a la siguiente generación, en un bucle infinito que nunca se detiene.
Ramon Madaula ha escrito un texto con el que se pueden sentir identificadas personas de diferentes edades. Ha sabido encontrar los temas que más acercan y separan a dos generaciones, en este caso un padre y una hija con visiones contrapuestas y muchas veces antagónicas sobre el sentido vital, la necesidad de ser alguien o de destacar en algo, la vocación o la búsqueda de la propia identidad. En esta obra, las aspiraciones de los padres y la frustración de unos y otros crea momentos de mucha tensión tratadas con gran sensibilidad.
El mismo autor, Ramon Madaula es el padre y la hija es Júlia Genís, ambos interpretando de forma brillante y precisa un texto difícil por los cambios rápidos de personajes muy bien resuelto por la directora Mònica Bofill. De una manera muy ágil el padre es el hijo y la hija es la nieta sin ninguna modificación escénica ni de vestuario de tal modo que los problemas generacionales surgen de forma similar en la misma escena y los saltos en el tiempo se intercalan con agilidad y fácil comprensión.
Me gustaría no pasar por alto que con la infiltración lenta, insidiosa e implacable del inglés en nuestra vida cotidiana, esta obra se ha titulado loop cuando podría haberse escogido nuestra palabra “bucle” o “círculo”, sin perder el significado de la obra.
La exquisita sensibilidad del texto y la magnífica interpretación de Madaula y Genís hace que las entradas estén prácticamente agotadas y que la obra sea muy recomendable.