Alberto San Juan, que acaba de protagonizar el último film de Álex de la Iglesia, El cuarto pasajero, se lanza a adaptar la reivindicativa (y, en mi humilde opinión, algo sobrevalorada) novela antisistema de la granadina Cristina Morales, por la que fue galardonada con el Premio Herralde de Novela 2018 y el Premio Nacional de Narrativa 2019. En ella se nos cuenta la historia de cuatro mujeres (Nati, Patri, Marga y Àngels) con diversos grados de diversidad funcional, que se atreven a alzar su voz contra una sociedad que las oprime por momentos, a veces (creo yo) por un profundo desconocimiento de esa realidad. La obra de teatro aparece en el mismo año en que se adapta en formato serie para Movistar+ por Anna R. Costa en un proyecto no exento de polémica al considerar la autora que se blanquea al sistema opresor. En alguna crítica del montaje teatral que he visto por ahí también he podido leer que la obra suaviza ese tono combativo que caracterizaba el texto original. Habiendo leído la obra, puedo asegurar que se trata de una muy buena adaptación de un libro ya de por sí complejo. Al margen de la anécdota, he de reconocer que la obra me ha gustado a pesar de alguna irregularidad de ritmo. Se agradece además la apuesta por un elenco constituido por actores y actrices con alguna diversidad funcional.
En una sociedad donde poco a poco se legisla para que todas las personas tengan cabida, la obra de teatro termina constituyendo (junto con la novela) el paradigma de un momento histórico. La obra, al mismo tiempo que entretiene (no olvidemos que esa es una de las finalidades del teatro, al menos para mí), logra plantar en el espectador la semilla de la reflexión y el cuestionamiento de los principios limitantes que rigen nuestra sociedad. Y es que como se dice en momento determinado de la función, si las mujeres lo tienen a veces más difíciles que los hombres, imagina si la mujer posee alguna discapacidad.