La perla 29 estrena en la Biblioteca Nacional de Catalunya la adaptación de un texto de Martin McDonagh ambientado en una Irlanda rural, lejana, fría. La reina de la bellesa de Leenane, bajo la dirección de Julio Manrique, presenta el mimo por los detalles y la elección de textos de una profundidad y emoción a la que nos tiene acostumbrados la Biblioteca Nacional de Catalunya.
El trabajo de Julio Manrique es excepcional presentando un texto con un potencial enorme que es aprovechado de manera óptima para llevar a cabo una representación cuidada, bella y potente. Un escenario simple, el interior de una pequeña casa de un pueblo rural irlandés; pero un exterior enorme, donde la lluvia y el frío se contagian al público que rápidamente se ve reflejado en una escena puramente cotidiana. Recursos escénicos como la misma lluvia, el detallismo del mobiliario, electrodomésticos, recursos sonoros, noches, días…
La escenificación es sublime y potencia el texto al máximo: la escena habla tanto o más que los personajes. La soledad de Maureen, quien lleva 25 años cuidando a su madre no solamente se ve en el texto, se nota con la lluvia, con el frío irlandés que parece entrar por las puertas, con el silencio de una casa triste. Aun así, la escena no es nada estática, de la misma manera que el texto. Eso que es quietud, silencio y lluvia se puede convertir en fuego, gritos, dolor y culpa rápidamente, de una manera trepidante. Leenane acaba por ser un espacio casi maldito, enloquecido, donde el público ve reflejado el dolor silencioso que es el tiempo.
El trabajo del elenco es, también, de una calidad excelente. Marta Marco encarna a una Maureen que rápidamente conecta con el público por la actualidad de sus dudas, de sus problemas, una juventud perdida que se quiere recuperar. Un personaje femenino de una profundidad impresionante, llevada al extremo en varias ocasiones, con quien el público quiere identificarse y de quien se quiere alejar al mismo tiempo. De la misma manera, el trabajo de Ernest Villegas, Marissa Josa y Enric Auquer (con un papel minoritario pero muy bien trabajado) es muy destacable. Las interpretaciones ayudan, junto con los factores nombrados anteriormente, a que el público sea testimonio de una historia donde hay lugar para el drama y la tragedia pero también para el amor, la risa o la nostalgia.
En síntesis, una producción con mucho mimo, tal y como acostumbra a hacer La perla 29. La historia de Maureen y su madre conecta con el público de manera rápida gracias al buen trabajo de los recursos escénicos, al trabajo de los actores y a la calidad del texto. Reír, llorar, estremecerse… Hay momento para todo dentro de una pequeña casa en el pequeño pueblo de Leenane.