La desaparició de Wendy es el texto más diferente de Benet i Jornet y, sin duda, mi preferido. En él, el autor huye del realismo y el costumbrismo para adentrarse en territorios muy personales. Con una gran valentía y la «defensa» que proporcionan los cuentos y los sueños, el autor se explora y nos habla de su aislamiento, de su sensación de no encajar en el mundo donde vive, de no entender lo que quiere decir hacerse mayor, de no querer hacerlo, de verse como una mezcla imposible de Cenicienta y Peter Pan.
Por su parte, la puesta en escena de Oriol Broggi da vida al no lugar donde transcurre toda la historia, un territorio onírico e irreal, lleno de personajes y referencias, de música y de colores, pero, sobre todo, de teatro. Un montaje para conectar con el subconsciente y dejarse llevar por sus ideas e imágenes. Un viaje magnífico.