En esta temporada la dramaturga Queralt Riera presenta en el “Centre de les Arts Lliures” tres piezas sobre feminidad de desgarradora y preocupante actualidad: Sobre la Prostitución (Dona), sobre la pornografía (Jo porn, tu porno) y sobre el abuso infantil (Pruna).
El texto de la Riera no es moralizante ni pretende ser educativo, sencillamente describe de forma muy elegante la vida de una actriz porno, Alba Sáez, que está espléndida, como también lo está en Dona, la primera obra de la trilogía de Queralt Riera, en la que interpreta a la nieta que es el papel más intenso de las tres mujeres que aparecen en la obra (la abuela y la madre).
Jo porn, tu porno tiene un hilo argumental que sirve para contrastar el sexo violento, no compartido y vejatorio para la mujer con la ternura de una relación entre dos mujeres que se aman y respetan.
Magda Puyo es su directora. Puyo, transgresora y con la osadía y valentía que la caracteriza, se atreve con los temas más controvertidos y saca provecho, los mejora y los presenta de modo que el público se encuentra a gusto, comparte las vivencias de los y de las intérpretes y saca sus propias conclusiones. En Viatge d’hivern, un texto duro y una obra difícil, pudo superar con creces las amargas palabras de Elfriede Jelinek, como hizo también en Quan ens haguem torturat prou, obra escalofriante de Martin Crimp.
En Jo porn, tu porno, encuentra el tono y el ritmo jugando con varios planos a la vez. Ambas intérpretes no dialogan sino que hablan cada una de la otra y a veces de sí mismas en forma de monólogo. Juega también con el pelo de la actriz como símbolo erótico por un lado y como elemento de unión entre las dos intérpretes.
El movimiento es importante en esta obra. Se lo debemos a Encarni Sánchez que expresa más que con palabras el trabajo de la actriz y la relación entre las dos intérpretes, maravillosas ambas. Quiero destacar el trabajo de Encarni Sánchez que se consolida con esta obra como actriz de interpretación.
La obra se desarrolla en múltiples escenas de intensidad variable que intercalan las voces con el movimiento ayudado por la música (Gerard Marsal) y la luz (Quim Algora) creando imágenes muy poéticas como la de la luz atravesando la melena de la actriz .
Toda la obra es un juego con cambios constantes de registros que te mantiene en una constante inquietud.