Interior no es un montaje fácil pero es, sin duda, uno de aquellos que se hacen difíciles de olvidar. Con una puesta en escena sobria que genera un ambiente francamente opresivo, Hermann Bonnín nos sumerge en el texto de Maeterlinck, un texto que nos recuerda que es la muerte de los demás la que debemos temer, y no la nuestra. Cuatro actores casi estáticos y un magnífico ambiente sonoro que nos transporta a un espacio casi onírico completan una propuesta que emociona e incluso trastorna, una experiencia teatral intensa que vale la pena vivir en primera persona.
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