Esta es la segunda obra escandinava que podemos ver este año en el Versus Teatre. La anterior fue Kyla, del sueco Lars Norén, una obra repleta de violencia verbal que trata el tema del racismo y la xenofobia actuales en el mundo occidental. Me impactó tanto que tuve muchas ganas de ver Hivern, aunque sabía que argumentalmente no tenía nada que ver. Ciertamente, Hivern es una obra fría, despojada y desangelada en todos los sentidos. Dos personajes, un escenario en donde sólo hay nieve y un diálogo seco, entrecortado y a menudo repetitivo son los elementos de los que se compone este invierno del noruego Jon Fosse.
Dos desconocidos, un hombre y una mujer, se encuentran en un espacio abierto cubierto de nieve (¿un parque, un bosque?). Ella empieza a hacerle preguntas y mucho rato después, él le responde con evasivas, pero más tarde le sigue la corriente. La conversación sigue en la habitación del hotel donde él se hospeda (en la producción del Versus era un colchón en el suelo en medio de la nieve), pero pierde todo el sentido y se vuelve surrealista. Yo no supe cómo se debía interpretar aquel diálogo incoherente entre los dos. Además, la presencia de un micrófono colgando del techo por el que hablaban a veces incluso lo enturbiaba todo un poco más.
Seguramente la obra nos quiere transmitir la sensación de soledad, de incomprensión y de aislamiento, pero no hace falta tanta extravagancia. Bàrbara Roig y Ramon Bonvehí, dos actores habituales de la compañía Retret Teatre, que dirige Ivan Padilla, representaron con mucha convicción y convencimiento sus roles, lo dieron todo en su interpretación, pero esto no añade méritos a un texto críptico que a mí me dejó fría.