Sueños de marioneta

Gabinete Onírico

Gabinete Onírico
02/05/2015

Un sendero hacia los pliegues del sueño y el inframundo… Un espejo donde la sonrisa de la muerte se refleja en la vida agotada y soñolienta de las marionetas. Un mundo de resonancias y latencias vivas: el umbral entre lo vivo y lo muerto. Si la vida es sueño, Cabaret Onírico está lleno de sueños, magia y poesía.

El marionetista -como un demiurgo sagrado, o un Hefesto con mono de obrero- despierta un nuevo día en su taller. La dramaturgia -sencilla- acompaña cada capítulo o número del cabaret y hace de trasfondo a ese otro mundo, sutil y profundo. No tardo en quedar atrapado en sus hilos: y es que veo en el espectáculo un universo tan genial como el de Sandman, de Neil Gaiman, uno de mis cómics preferidos. Cómic en el que Muerte es la hermana punky de Morfeo. Y es que la muerte es la gran protagonista de este cabaret para adultos. La muerte y la soledad, claro.

La muerte dibujada a través de marionetas/esqueletos capaces de estallar y volver a su forma en medio de un baile caribeño o haitiano, en que no se sabe si estamos ante el triunfo de la muerte sobre la vida, o ante una invitación hilarante a relativizar las cosas: tarde o temprano nos alcanzará. Como el relato aquel de la Muerte en Samarra, en que el protagonista intenta huir en vano de ella. Marionetas en estado latente, como el pianista que anda en la cuerda floja y acaba dormido sobre ella… o esa pobre marioneta que tomará su último baño con pistola en mano, escuchando una triste canción que habla sobre amor y marionetas. El amor y el corazón roto; cierto es que los hilos de nuestra alma -a veces- pertenecen a otros. ¿Qué es entonces la muerte? ¿Monstruo terrible o héroe cómico, liberador de tanta soledad?

Los números del cabaret son de una belleza estética muy poco habitual en los espectáculos de marionetas que conozco; la música acertadísima. Ángel Navarro ha imprimido a sus marionetas una expresividad excepcional. Destaco el último cuadro: esa mujer/diosa que despierta en una isla diminuta del polo norte. No hay nada a su alrededor. Nieve y viento la golpean: y no puede escapar. Más allá la nada. Y cuando se duerme, presa del desasosigo y la angustia existencial de estar sola, aparece desde la oscuridad un dragón de huesos. Uno de esos dragones/serpiente orientales. La belleza de esa marioneta te deja sin aliento. El cuadro es tan bello como la escena del dragón alado de la Historia Interminable. Sin palabras.

Un espectáculo sencillo y profundo. El duende también visita a los maestros de las marionetas. Y Ángel Navarro es un artista que seguirá haciéndonos soñar despiertos. ¡Bravo!

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