Una Celestina absolutamente humana...con títeres

Cia. Bambalina: La Celestina

Cia. Bambalina: La Celestina
22/01/2019

Vaya por delante que “La Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea” de Fernando de Rojas (fines s. XV) es uno de mis libros preferidos. No sabía qué me encontraría en esta adaptación al lenguaje escénico de títeres, clasicón como soy y, además, la última adaptación que vi, en el TNC, del Centro Dramático Nacional y José Luis Gómez como protagonista, fue una decepción, con flojas interpretaciones, curiosamente la muerte de la puta vieja recordaba los cachiporrazos de guiñol y el despropósito de provocar risas en el encuentro sexual de los amantes. Pues en esta premiada propuesta de Bambalina Teatre Practicable es al revés: ese encuentro, por ejemplo, es lo que es y la muerte no tiene nada de cómica. Y así todo, por suerte.

Una propuesta que con títeres toca las emociones humanas del texto, sexual/sensual como pocas he visto y que transmite de forma natural la avaricia, la lujuria, la hipocresía…

La Celestina siempre se ha considerado dificultosa a la hora de trasladarla a un escenario así que reducirla a dos actores y utilizar títeres es una valentía o temeridad que Jaume Policarpo salda con éxito. Éxito que no pasa por mutilar sin más o simplificar el texto en exceso, sino en conservar la riqueza y elaboración del original y al mismo tiempo, hacerla asequible gracias a la adaptación e interpretación de Águeda Llorca y Pau Gregori, que manipulan los títeres de todos los personajes, intercambiándolos entre ellos, incluso. Los títeres son cabezas de dimensiones humanas que los actores colocan delante de sus caras con lo que la interpretación es el movimiento corporal y sus voces.

Lo mejor: Los verosímiles e instantáneos cambios de personajes (una decena) a cargo de los dos intérpretes.

Lo menos mejor: cierta desigualdad en el ritmo, muy rápido y acelerado al principio y decae algo al final; nada relevante.

En resumen: una adaptación fiel, original y respetuosa, que conserva lo esencial de la obra y, curiosamente, es totalmente “humana”.

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