?Cómo nos gustaría que fueran nuestros hijos?

El comienzo de una obra de teatro es importante para situar al espectador. En ésta vemos un jardín con un columpio, juguetes de niños, hojas de árboles por el suelo, plantas, una hamaca donde duerme un hombre tranquilo con música clásica de ambiente. Todo tiene aire de normalidad. La mujer mucho más joven que él (se enamoró del profesor) vuelve de una fiesta infantil con el niño, un bosnio adoptado de 5 años. A partir de ahí la conversación entre la pareja va cogiendo distintos tonos, matices y colores. Los temas principales son la maternidad, la paternidad, la infancia y cómo lo viven cada uno de ellos.
A lo largo de la conversación sale la necesidad de tener hijos, de que sean especiales, el deseo de que los suyos sean superiores a los hijos de los demás, y en el fondo, la voluntad o el miedo a que sean genios o tengan cualidades muy especiales. Tanta necesidad crea una angustia insoportable en los padres Santi Ricart y Meritxell Calvo que saben interpretar de maravilla toda esa exigencia y sufrimiento. La obra de Josep Julien desmitifica el amor incondicional de los padres, el culto al niño y la no aceptación de las cosas tal y como son. El tono exageradamente gritón de la madre demuestra una angustia incontrolada. Un tono más tranquilo no habría quitado interés y quizás habría añadido dramatismo a la situación. Las tramas ultratensas como Psicosis, lo son por los silencios.
La música de Wagner y La Cabalgata de las Valquirias van creando una tensión creciente hasta un giro argumental inesperado.
Es un montaje atrevido, curioso, imaginativo y provocador que no te deja indiferente. El teatro tiene la obligación de hacer pensar, de modificar actitudes y, a ser posible, y no es pedir demasiado, introducir cambios sociales y sobre todo, que no te deje indiferente. Y esta obra es así.
Yo la calificaría de una obra DES: Desmitificadora, Deshumanizadora, Destructiva.
Es una comedia negra, a partes iguales. Es tan negra como cómica. Quizá sea tan cómica porque es exageradamente negra. Hay que verla para juzgarla.