Pues empezamos fuerte la temporada de teatro. Billy Elliot lleva años demostrando por qué es uno de los grandes espectáculos en la cartelera madrileña. Buena música, buenos actores, grandes cantantes y enormes bailarines. En definitiva, excelentes profesionales sobre el escenario y detrás de él. Sonido y luces impecables. Un trabajo conjunto al que no se le puede poner una sola pega.
Y los niños. Estos se merecen una mención aparte. No solo los protagonistas, sino todos y cada uno de ellos. Pura energía, trabajo bien hecho y felicidad.
Y todo ese trabajo y buena energía se nota.
Y no tengo nada más que decir. Es un espectáculo redondo del que sales con una gran satisfacción y una sensación de gran orgullo por la calidad de los musicales que se están haciendo en España. Nada que envidiar a Londres o Broadway.
¡Felicidades a todos!