Así podría empezar un cuento infantil: «Era una vez una casita en el bosque…». Muchos de estos cuentos tienen un aire de misterio y el miedo está inmerso en el imaginario colectivo infantil: Unos niños encuentran una cabaña en el bosque donde hay una bruja come-niños, un lobo se come a la abuela o unos padres dejan a sus hijos en el bosque y no saben volver a casa. El bosque siempre implica oscuridad, misterio, poderes mágicos incontrolables. El agua, las pozas son elementos purificadores donde habitan ninfas que se enamoran de dioses, les dan poderes y atraen a los inocentes.
Jordi Casanovas es un amante del terror y ha creado y dirigido esta historia situada en un bosque gerundense donde los elementos naturales pueden convertirse en verdaderas criaturas fantasmagóricas.
Se consume mucho cine y series de terror pero se hace poco teatro de este género. El cine quizás tiene más medios tecnológicos pero en el teatro se pueden utilizar como hemos visto en esta obra, cambios de luces, oscuros, sonidos u otros efectos especiales. Quizás al ser más cercano al público, es menos creíble. Casanovas nos ha demostrado que es posible el terror en el teatro.
Paula Bosch es la creadora de una cabaña rodeada de bosque, lejos de todo y que es el escenario de esta historia. Es inquietante y asfixiante cuando entendemos que ahí va a parir un chica, Lali. Cristina Arenas es la chica embarazada, débil, inocente, que acaba de huir de una historia de maltrato y que ha escogido un parto natural para que nazca su hijo. Dos comadronas son las encargadas de ayudarla a parir y detrás de esta historia idílica se esconde otra realidad. Las dos comadronas son Mercè Pons y Meritxell Yanes. La primera es Joana, personaje maléfico y más perversa que la segunda, Marga a quien las leyendas de brujas y los seres sobrenaturales la asustan y paralizan.
La música de Lluis Robirola crea la atmósfera necesaria para ir creando este ambiente perturbador. Es inquietante y en algunos momentos algo monótona.
El argumento es quizás un poco retorcido. Hay un primer giro argumental que es creíble porque la perversidad y el mal existen. El segundo giro es ya más fantasmagórico pero aporta una solución a una trama que habría sido irreconciliable con la realidad.
Terror autóctono
Allà lluny hi ha una caseta
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