Sinopsis
El texto nace del residuo que dejan los sueños, de la, algo perseverante llamada, industria del entretenimiento y particularmente de esos programas de telerrealidad que explotan si pudor las, en mayor o menor medida, capacidades de un grupo de jóvenes convencidos sin dificultad de ser los elegidos entre una legión de mediocridad a la que, supuestamente, ellos no pertenecen.
El trabajo, les dicen, es la clave. Una falacia, este tipo de formatos dura en el mejor de los casos dos meses.
Los que elegimos ver alguna vez ese tipo de espacios televisivos en rara ocasión nos paramos a preguntar qué pasará cuando las luces se apaguen. En el cielo de mi boca se se centra en una de esas historias, la de Wilhelm, nombre artístico de un chico de provincias llamado a ser uno de los elegidos.