El sueño de una noche de verano, una genial partitura en las manos de un titán como Jordi Savall, que sigue ampliando sus repertorios; no en vano se acerca a Mendelssohn, compositor que organizó la primera audición de la Matthäuspassion (Pasión según san Mateo) en Leipzig en 1829, casi ochenta años después de la muerte de Bach.
Sinopsis
Cuando Felix Mendelssohn era adolescente, las obras de Shakespeare se volvieron muy populares en Alemania gracias a las traducciones de un pariente de la familia Mendelssohn. El verano de 1826, cuando tenía diecisiete años, él y su hermana Fanny pasaron muchas tardes en el jardín de su casa en Berlín leyendo a Shakespeare en voz alta y, a veces, interpretando los diferentes roles. Estaban especialmente cautivados por El sueño de una noche de verano, un cuento de hadas de una enorme belleza poética.
En julio y agosto, el joven compositor de diecisiete años escribió una pieza brillante que es un reflejo perfecto de estas cualidades: A Midsummer Night’s Dream Overture. En su primera versión era un dueto para piano a cuatro manos. En diciembre lo orquestó y, en febrero, la obra se estrenó en un concierto sinfónico.
Años después, en 1843, el rey Federico Guillermo IV de Prusia pidió a Mendelssohn que escribiera música incidental para ser interpretada durante una representación teatral completa de la obra para el teatro de su nuevo palacio. El compositor proporcionó trece nuevos números; tenía 34 años y firmaba una obra maestra. Siguió la obra de cerca, indicando las situaciones del propio drama y elaborando un delicioso retrato de todos sus personajes: hadas, Oberón, Titania, Puck…
La noche es ese espacio en el que realidad y ficción se confunden y se crea un mundo irreal, y los límites se confunden en los sentidos. Nuevas perspectivas que necesitan de la creación de nuevos sonidos. Un espacio onírico que Mendelssohn aprovechó para buscar la originalidad con sutileza, genialidad, imaginación e infinidad de ideas.