La Fura dels Baus: Carmina Burana

A inicios del siglo XIX, se encuentra en la abadía de Bura Sancti Benedicti (Benediktbeuern, Alemania) una colección de poemas o cantos (carmen, en latín) de los siglos XII y XII procedentes posiblemente de conventos austríacos. Los goliardos, sus probables autores, eran monjes o estudiantes de vida ecléctica, alternativa y poco ortodoxa, y en sus textos hablan del placer de la vida, del amor o del disfrute de la naturaleza. Los Carmina Burana (carmina, palabra esdrújula latina, y por tanto sin acento gráfico, que a menudo hacemos plano por error), son un elogio al vino, al juego, a la fortuna y, en definitiva, al destino, y se convierten en una crítica a las clases sociales, en el poder y, especialmente, en el estamento eclesiástico.

Carmina Burana da nombre también al trabajo más conocido del compositor alemán Carl Orff, a través del cual, inspirándose en los cantos de los goliardos, ensaya un lenguaje musical que atrae y cautiva por sus sonidos básicos y los patrones rítmicos fácilmente identificables y emotivos. De hecho, la composición no está exenta de polémica por su popularidad en Alemania nazi y por las acusaciones que recibió de racista.

Cuando Carlus Padrissa, miembro fundador de La Fura dels Baus, acepta en 2009 el encargo de crear un espectáculo con la obra de Orff, sumerge los cantos en el universo propio de la compañía, e incorpora el dinamismo, la espectacularidad, magnificencia y efectos que estos días podemos disfrutar sobre el escenario. La puesta en escena, con matices y variaciones, ha visitado a Europa, Asia y América, y más de 300.000 personas han podido disfrutarla. Ahora tenemos una nueva oportunidad que no podemos dejar escapar.

La polémica, cuando se pone sobre la mesa la vivencia de las libertades, está siempre servida. Las representaciones de Carmina Burana de la Fura dels Baus han generado también controversia, especialmente en entornos cercanos al estamento eclesiástico (obispo de Santander, 2018, por poner un ejemplo). ¿No sería ese tempranillo el que pretendían justamente pisar los goliardos? Todo el mundo acepta que la primavera es el estallido de la vida, el retorno de las pasiones. El vino, el cuerpo o la naturaleza son algunas de las muestras empíricas propias de estas sensaciones. Todo esto se reúne sobre el escenario, con un cilindro gigantesco que se convierte en una puerta de entrada y salida, una pantalla donde se proyectan cascadas, cuerpos, flores, ruedas de la fortuna, plantas carnívoras… Las ilustraciones son evocadoras, efectivas e innovadoras. El movimiento de la estructura es constante. Un recurso de protagonismo permanente. Una grúa aporta movimiento y focaliza la mirada del espectador con eficacia, especialmente en la última escena, de forma tan sublime como el tono de la soprano que sube. Si éste es un elemento furero por excelencia, el agua y las salpicaduras también lo son, y no le faltan, aunque estos últimos aparecen de forma tal vez demasiado gratuita. Conociendo el dinamismo y el recorrido de la compañía, el escenario se hace pequeño, quizá demasiado, y se echa de menos espacio para albergar y desarrollar todo aquello que la puesta en escena pretende transmitir. La Fura invita, como siempre, a la participación de los espectadores y espectadoras, y lo hace interviniendo en la platea y los pasillos, de forma mucho más discreta de lo habitual, si bien deja caer alguna muestra de su raíz teatral irreverente, de calle, y rompe muy puntualmente la pared imaginaria que separa a la audiencia de la escena.

El elenco destaca por su calidad musical y la excelencia interpretativa te hace plantear la duda sobre la propia definición del espectáculo. Pero Fura deja huella, y, a pesar del tono lírico y operístico de algunos instantes, casi litúrgicos, aparecen de menos a más detalles rabiosos, rompedores, evocadores y provocadores que, deslizándose sobre cada movimiento musical, pueden llegar a absorber la audiencia. O Fortuna es ya de por sí una pieza cautivadora, hipnótica. Cuando la interpretación invade también el sentido de la vista, la convierte en una experiencia total, embriagadora. La música en directo y la participante dirección de orquesta se convierten en un protagonista más del reparto. Es fascinante, esa capacidad de fusionar dos lenguajes en uno solo. Con todo este bagaje y talento, la experiencia resultante resulta increíble, única, imprescindible.

La fuerza del Carmina Burana hace que a veces exceda su vertiente musical y acabe convirtiéndose en un espectáculo total. Ya puede ser a través de la danza, como la versión que hizo el Ballet de David Campos ya hace unos cuántos años, o a través de los elementos de la ópera moderna, como hizo La Fura dels Baus en el 2009 y en todas las reposiciones que ha habido desde entonces… y hasta ahora. Se trata de un espectáculo con música en directo, un coro de 16 voces, cuatro solistas y un cuerpo de baile que rellena con movimiento algunas escenas. Tenemos grúas, un gran depósito de agua, muchos efectos de luz y unas proyecciones que acaparan mucha atención durante un buen rato. Es decir, el sello de La Fura al que tanto nos hemos acostumbrado.

Se nota que en su momento, ahora hace casi catorce años, el montaje tenía que lucir muy moderno y rompedor… pero también está claro que ahora mismo ha perdido parte del efecto sorpresa y de la magia. Sigue habiendo momentos impactantes, pero los recursos ya están demasiado vistos y nos recuerdan que el tiempo no ha pasado en vano. Es cierto que son recursos muy propios del grupo, y nadie podrá quitar nunca el mérito a La Fura de haber inventado un lenguaje propio y de haber renovado la forma de escenificar la música clásica, pero también hay que señalar que en los tiempos que vivimos todo queda superado o desfasado muy rápidamente. La estética del espectáculo –apostando por cierta fealdad- también peca del mismo mal, y en conjunto acaba siendo desvaída o poco cuidadosa.

Sea como sea, el espectáculo se disfruta por la fuerza de la música de Carl Orff, por la calidad musical y vocal del conjunto, e incluso por cierta nostalgia vintage hacia montajes que nos resultaban innovadores ya hace bastante tiempo.

Tan sols quatre dies per poder veure el Carmina Burana de la Fura dels Baus.

Sé que escric aquesta recomanació fora de temps, però penso que és interessant que en quedi constància d’aquest magnífic espectacle. Qui sap, si d'aquí a un temps, es torna a programar.

Tenia moltes ganes de veure el muntatge que havien preparat La Fura dels Baus de la cantata de Carl Orff, Carmina Burana, així que no m’ho vaig pensar dues vegades per comprar les entrades. La Fura dels Baus és excentricitat, innovació, adaptació, ritme, evolució i transgressió. La inquietud i la necessitat constant d’explorar noves tendències artístiques han fet que els seus espectacles tinguin un llenguatge, un estil i una estètica propis. Escenificar Carmina Burana era tot un repte. Com era d’esperar l’han superat amb escreix.

–Carmina Burana és una obra musical del compositor Carl Orff. La composició combina de forma sorprenent els textos medievals de cants dels segles XII i XIII, amb la música vocal i instrumental del segle XX. L'obra d'Orff, que té el mateix títol que la col·lecció de poemes medievals, té forma de cantata escènica, i s'estrenà el 1937. El seu fragment més conegut és “l’O Fortuna”, que constitueix la primera part del preludi i que es repeteix al final de l'obra.

Orff subtitulà la composició: Cantiones profanae cantoribus et choris cantandae comitantibus instrumentis atque imaginibus magicis (en llatí: cançons laiques per a cantants i coreutes per ser cantades amb instruments i imatges màgiques).

La versió d'Orff forma part d'una trilogia juntament amb Catulli Carmina i Trionfo di Afrodita.

De la col·lecció completa dels Carmina Burana, Orff va escollir 25 cançons i les va ordenar de manera que poguessin representar-se en un escenari, tot i que en l'actualitat s'acostuma a interpretar en versió concert, la Fura del Baus ens ha fet una versió escenificada extraordinària i d’un nivell increïble.

–Pel que fa a la música, s'emmotlla perfectament a la senzillesa dels textos. Aproximadament la meitat de les peces són cançons on la melodia es repeteix a cada estrofa gairebé sense variants; és el ritme l'encarregat de donar varietat al conjunt, per evitar qualsevol monotonia. Aquesta riquesa rítmica és, potser, la característica més important del Carmina Burana d'Orff.

–La seva temàtica és completament profana, tot i que es vivia en un segle on el domini de l’església era aclaparador. Els poemes medievals, escrits en una antiga forma d'alemany i en llatí, eren sovint picants, però sense ser obscens.

–Els autors d’aquests càntics profans, anònims en quasi tots els casos, feien dels seus textos crítics de la manera de viure els poderosos i alabances als del bon viure dels altres. Són poemes enganxosos que es convertien en cançons enganxoses, que ens parlen de l'amor, la primavera, la fortuna i la taverna.

Cançons d’amor (exaltació de l'amor… però no de l’amor platònic, precisament), cançons d’alabança a la beguda (alcohòlica) i al joc, cançons satíriques de burla del poder establert, fins i tot l’eclesiàstic.

Hi ha textos alegres, però també n’hi ha de tristos i melancòlics.

–Tot i que la música és la Carl Orff, s’han incorporat nous arranjaments musicals per aquesta ocasió, a càrrec del director musical Josep Vicent.

La composició és molt senzilla, amb música molt lineal, sense quasi cap repetició del text, cosa molt comuna en els textos cantats, però en canvi hi ha continues repeticions de la música en les tornades que la fan molt enganxosa, d’aquesta manera Orff va mantenir l’esperit original dels càntics: ser capaç de ser cantats i recordats de plaça en plaça, de poble en poble, de saló en saló i de taverna en taverna, en una època en la qual pràcticament ningú sabia llegir i la tradició oral ho era tot. Durant tota l’obra la música és molt simple i les tornades enganxen i són molt efectives.

–A l’espai escènic hi ha un gran cilindre de roba, d’uns deu metres de diàmetre, que envolta als deu músics que formen la World Orchestra Soloist. Sobre aquesta tela es van projectant un seguit d’imatges durant tota la representació: una Lluna gegant, el desglaç, cascades d'aigua, uns llavis vermells, un ull gegant, la verema... Als costats del cilindre estan col·locats els components de la Polifònica de Puig-reig (onze sopranos, deu contralts, onze tenors i nou baixos), separant a una banda les dones i a l’altra banda els homes. L'escenografia es completa amb un recipient de prop de metre i mig d'altura ple d’aigua, on es desenvolupa gran part de l’espectacle. Màscares, grues, aigua, foc, un vestuari modern, un acurat maquillatge... En fi, un muntatge espectacular!

–El repartiment està format per dues sopranos (Amparo Navarro i Luca Espiniosa), un baríton (Toni Marsol) i un contratenor (Jordi Domènech), els cors (cor gran, cor petit i cor d'infants) set ballarines i els actors de la Fura. En total més d’unes seixanta persones actuant dalt i baix de l’escenari.

L’obra acaba amb la roda de la fortuna en el mateix lloc on ens la vam trobar al començament, res ha canviat en el món durant l’hora i pico que dura l’obra... o pot ser sí...

El públic entusiasmat hem aplaudit amb força i hem pogut tornar a escoltar un “O Fortuna”, que millor impossible!!!

Poques vegades podem gaudir d'un equip de més de 60 persones dalt de l'escenari del Tívoli, cosa que ni tan sols fem amb els grans musicals que acostumen a veure en aquest teatre. La fura dels baus ho ha fet possible al portar-nos, per segon cop a la nostra ciutat, aquest muntatge que ha voltat per tot el món amb gran èxit. Es tracta d'una òpera de poc més d'una hora de durada que s'allunya del classicisme escènic i que incorpora una posada en escena moderna bebent dels elements característics de la companyia, cosa que fa apropar el gènere a un tipus de públic que possiblement no hi està acostumat. Realment, es noten les ganes d'explorar l'òpera i d'oferir una nova lectura o de trobar noves vies d'aproximar-se, tot sent respectuosos amb aquesta i denotant un gran coneixement d'ella. Així, s'aconsegueixen moments impactants visualment, ja sigui a través dels audiovisuals com amb la barreja de colors en la il·luminació, el vestuari, el maquillatge i, fins i tot, l'aigua. No obstant, alguns d'aquests moments no són suficients per aguantar determinats temes musicals, però quan ho fan resulten molt potents. De la mateixa manera, el ritme de l'espectacle de vegades resulta lent, especialment durant les transicions i en alguna repetició estilística. Tot i això, el conjunt de l'espectacle resulta satisfactori, oferint-nos una gran interpretació musical i un treball de veus excel·lent gràcies a la Polifònica de Puig-reig. A més, cal dir que només per tenir l'oportunitat de gaudir de l'estupenda interpretació del cèlebre tema musical d' "O fortuna" de Carl Orff ja val la pena pagar l'entrada, afegint també el bonus de la lectura escènica que s'ha realitzat i que ens fa viure l'òpera d'una manera diferent, sent aquesta potser més propera.